Decenas de miles de grullas esperan en Gallocanta sobre la nieve que mejore el tiempo para migrar
Decenas de miles de grullas aguardan en los alrededores de la Laguna de Gallocanta que pase la gélida borrasca Juliette, se despeje el cielo y lleguen las corrientes de viento cálido propicias para poder volar hacia el norte de Europa. Los -14º C que se registraron este martes en la cercana localidad de Bello, según la Aemet, llegaron precedidos de un lunes de nieve y heladas, condiciones que dieron lugar a una sensación térmica de unos -20º.
En estas circunstancias extremas, Carmina Franco,
educadora ambiental del Centro de Interpretación de la Reserva Natural Dirigida
de la Laguna de Gallocanta, captó al amanecer, al salir del dormidero, a
cientos de ejemplares con las dos patas recogidas. Al posarse van a la pata
coja, con una extremidad recogida bajo las plumas del pecho para calentarse.
"Sabemos desde hace años que las grullas, cuando hay temperaturas muy
bajas, recogen las patas en el plumaje del pecho al salir del dormidero para no
tener tanto frío en las extremidades y para evitar que cristalice el agua o la humedad durante el
vuelo", explica la educadora
ambiental. Luego, al posarse en el suelo, recogen una de las dos patas. Es
decir, al volar repliegan las dos extremidades y al posarse, una, apunta Carmina Franco.
Es habitual que las grullas, en su viaje de vuelta
al norte tras pasar el invierno en Andalucía, Extremadura o Castilla La Mancha,
paren a repostar en la laguna de Gallocanta en esta época fría. Lo que no es
tan habitual, según explica Carmina Franco, es ver tantos ejemplares retenidos
por las bajas temperaturas, en medio del hielo y la nieve esperando que se abra
esa "ventana de oportunidad" para volar al norte.
Este miércoles por la mañana, algunas han aprovechado que se ha despejado el cielo y han volado hacia el norte. "Pero enseguida se ha vuelto a nublar, e incluso han empezado a caer copos de nieve, y el resto se ha tenido que quedar en tierra", explica la educadora ambiental. Por eso se dedican a alimentarse de lo que pueden, buscando por las fincas de cultivo: "La grulla es oportunista, come lo que encuentra y nunca en grandes cantidades, con poco alimento tiene suficiente", dice Carmina Franco.
Para poder cruzar el Pirineo esperan los
anticiclones y las corrientes de aire cálidas, porque si se encuentran viento
frío, fuerte y en contra, les supone un gasto energético demasiado elevado. Así
que optan por detenerse y esperar a que mejoren las condiciones meteorológicas.
Antes de cruzar el Pirineo, las bandadas de grullas
suelen hacer otra parada para repostar: la alberca de Alboré, donde el pasado
fin de semana dieron un espectáculo al partir unas 50.000 en dirección al norte
una vez que cogieron fuerzas.
Hay aves del
entorno de la laguna de Gallocanta que no emigran, como
los flamencos que se instalaron en 2020 y se han quedado a vivir en
tierras aragonesas hasta formar una colonia de unos 100 ejemplares. Se
desconoce su procedencia, aunque algunos flamencos llevaban anillas de Doñana y
la Laguna de Fuente de Piedra, en Málaga, por lo que todo apunta a que
partieron al norte en busca de humedales salinos de calidad medioambiental
(recordemos que la laguna de Gallocanta es salina). Respecto al comportamiento
de los flamencos con temperaturas tan bajas, Carmina Franco afirma que es difícil
de saber porque permanecen retirados en una pequeña isla.
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